sábado, 24 de mayo de 2014

Estampas de la ciudad entre dos culturas: Estambul 2014


     Hace un par de días hemos vuelto de nuestra escapada a Estambul, la ciudad que une dos continentes. Nos ha gustado, hemos necesitado casi una semana para conectarnos con ella, y al final nos hubiéramos quedado más días, aunque la cama del hotel lastimaba nuestras espaldas más de la cuenta.
       En este post os narraremos con imágenes parte de nuestro viaje, desde la Istanbul tradicional y religiosa con sus mezquitas y sus bazares, a la turista y cosmopolita, ambas plenas de belleza. Istanbul, la ciudad de los gatos, fluida y bañada por sus mares, donde las mezquitas cantan el nombre de Alá haciendo que el alma se recoja, y el ambiente se quede calmado. Donde el bullicio humano no está exento de armonía, con calles que dejan ser a cada uno, y donde cualquier momento es bueno para degustar un zumo de naranja o granada, o tomar un bollo.
      Esta ciudad antigua crece hoy bien deprisa, a lo largo de decenas de kilómetros de sus costas, y está llena de contrastes urbanísticos, casi a la vuelta de cada esquina, en cada barrio..
 
 
 

1. Ciudad moderna con bellas mezquitas tradicionales entre sus edificios y calles



2. Momento de recogimiento y aseo para prepararse a la oración



3. Arte geométrico de calidad para elevar el espíritu en el interior de las mezquitas santas




4. Vista del Gran Bazar que refleja el esplendor de este pueblo comerciante


5. Detalle de coloridas zapatillas dentro del Gran Bazar


6. Final de una jornada atareada donde el gremio de zapateros cerca del Gran Bazar


7. Vendedores ambulante de bollos o zumos frescos te hacen el día más agradable



8. Estampa colorida de una calle en la zona turista cerca de Santa Sofía



9. La majestuosa silueta de la Mezquita azul frente a Santa Sofía
 resulta fascinante cuanto canta al anochecer, y siempre bella



10. Contraste de un rincón en el barrio moderno de Beyöglu



11. Escalera colorista con la que se salva el desnivel desde la calle del ferrocarril de Kabatas al interior del barrio en Beyöglu


12. Detalle que refleja el amor hacia los gatos de la ciudad de Estambul


13. Visión de la ciudad desde el café de Pierre Lotti al oeste de la parte europea



14. Estambul es dulce, además de fluida: estampa del barrio de Egiüp



15. Luminoso en castellano de una tienda de telas entre hoteles del barrio del Serrallo






 16. Detalle de una joven turca en el viaje a las Islas Príncipe, típico itinerario turístico


17.Atardecer en Sultanahmet en la zona europea desde la costa asiática


 
 
18. Semblanza de eternidad en un jardín de una tumba cerca del gran bazar
 

 
19. Las rosas abundan en los jardines de la ciudad como canto a la vida y su belleza



20. Momento de uno de los viajes en barco cerca de Estambul: el agua ayuda a fluir..


     Cuando el día deja paso al crepúsculo, las gentes terminan sus faenas, los turistas se recogen, las calles cerca de Santa Sofía se llenan de silencio. Entonces podemos apreciar la inmensa presencia de su escultura arquitectónica, milenaria, adusta pero acogedora y maternal a la vez, cual abuela sabia que ha visto pasar las centurias y ha contemplado a millones de almas desenvolver el legajo de sus vidas a sus pies.
      Convertida hoy en museo, asiste serena a los cánticos que los cientos de mezquitas de la ciudad despliegan a su alrededor, en salmodiosos diálogos, que tienen lugar cada un par de horas, sumiendo a la ciudad en una atmósfera de bálsamo, dándonos un contrapunto para no perder el equilibrio en medio del infinito ajetreo urbano. Ella parece estar inmersa en un halo de eternidad.. que a veces nos rozara..

 

martes, 6 de mayo de 2014

Pulsando el apogeo primaveral antes de viajar: la vieja llamada de Asia

    
 
       En cinco días viajaremos por fin a Estambul. Después de 9 años de deseos e intentos, es una realidad. Estamos con intensos preparativos para dejar el jardín a buen recaudo en medio de un mayo cálido y seco; alejarnos 10 días es crítico.. coincide con corrientes internas antiguas que vuelven, tomando conciencia de ellas justo en la semana de mi 51 renacer.
     En mayo se activa la energía del fuego (feng shui, energía del verano). Los días más largos corren hacia el solsticio, y nos agrada disfrutar de jornadas soleadas. Las plantas crecen rápido en el jardín -el jazmín junto a la cocina al fin nos ha regalado su aroma exquisito tras años de apenas flores-, fieles a su ciclo anual, y las contemplo con agrado, al tiempo que mis 'aguas subterráneas' bullen inquietas, sabedoras de navegar en un rumbo incierto. No me valen ya referencias de años pasados, y estas semanas primaverales tomo conciencia de estar en otro estadio vital.
     En medio de todo, el viaje a Estambul es también para mí un encuentro de dos continentes, Europa mi juventud pasada y Asia, la madurez presente-futura. Me viene a la memoria el cruce del Atlántico hace 26 años. Era recién acabada la carrera, y como ahora, muchas referencias habían de cambiar.. la infancia-adolescencia quedaba atrás.
       Entonces llegó la etapa del 'cambio de conciencia' y la ruptura con el medio familiar: vinieron la astrología y el yoga; después la permacultura en el campo, y más tarde el frustrante, necesario y aleccionador 'período de cenizas' de 9 años de asumir responsabilidades bien concretas en la rueda de la vida (trabajo, pareja, primer hogar). De ese crisol de experiencias vino mi encuentro fecundo con el feng shui, que años después me trajo al actual hogar. De esto también han transcurrido otros 9 años dichosos y creativos, que ahora, al disfrutar de sus frutos, me piden nuevos desafíos.
     Estoy incómodo con las relaciones afuera, no porque hayan problemas concretos, sino porque es momento de soledad buscada, de revisar mis raíces autoconstruidas, de preparar el suelo para un nuevo proyecto vital. El señor de los umbrales camina hace un año bajo mi horizonte interno y me reclama abandonar las candilejas del mundo para evaluar las experiencias de los pasados 15 años, y así poder renacer para seguir la travesía, ahora la de la madurez.
 
 
    Como le ocurre al terreno de nuestro jardín, donde la falta de arcilla, de sol y de espacio, devora con ansia agua y nutrientes, y mantiene en un precario equilibrio la comunidad tan apretada de vegetales, mi potencial comprimido espera renacer para expandirse. Es ahora que olisqueo entre mis costuras para hallar un hilo conductor que de sentido motriz a la marcha de esta época.
     En medio de todo esto, el blog navega sabiendo que su propósito inicial ya no está. Se acerca un inminente renacer también para él. Ya no tiene sentido la estructura de sus secciones, ese proyecto que le hizo nacer ya no está. Y la intencionalidad del escribir cambia por momentos.. de ahí en parte amigos la escasez de  publicaciones recientes.
 
   Y como diría Espronceda, surge desde mi alma indómita la necesidad de nuevos horizontes, cual pirata fiero al mando de su vergel temido contempla el horizonte radiante de aventuras por llegar:
                                La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:
-Navega, velero mío,
  sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
 
     La vida es cíclica, como la luna en los cielos, crecemos y menguamos, en impulsos expansivos a los que suceden bailes internos.. cuando el alma se reconstruye por dentro, apretada en trajes estrechos de desafíos emocionales. Anhelamos la libertad, para suavizar la medicina que trae la sobria meseta de la madurez. En esos momentos viajar ayuda, los sentidos se expanden y la novedad de gentes, comidas y lugares nos canta la posibilidad de nuevos sueños. Namasté!