En cinco días viajaremos por fin a Estambul. Después de 9 años de deseos e intentos, es una realidad. Estamos con intensos preparativos para dejar el jardín a buen recaudo en medio de un mayo cálido y seco; alejarnos 10 días es crítico.. coincide con corrientes internas antiguas que vuelven, tomando conciencia de ellas justo en la semana de mi 51 renacer.
En mayo se activa la energía del fuego (feng shui, energía del verano). Los días más largos corren hacia el solsticio, y nos agrada disfrutar de jornadas soleadas. Las plantas crecen rápido en el jardín -el jazmín junto a la cocina al fin nos ha regalado su aroma exquisito tras años de apenas flores-, fieles a su ciclo anual, y las contemplo con agrado, al tiempo que mis 'aguas subterráneas' bullen inquietas, sabedoras de navegar en un rumbo incierto. No me valen ya referencias de años pasados, y estas semanas primaverales tomo conciencia de estar en otro estadio vital.
En medio de todo, el viaje a Estambul es también para mí un encuentro de dos continentes, Europa mi juventud pasada y Asia, la madurez presente-futura. Me viene a la memoria el cruce del Atlántico hace 26 años. Era recién acabada la carrera, y como ahora, muchas referencias habían de cambiar.. la infancia-adolescencia quedaba atrás.
Entonces llegó la etapa del 'cambio de conciencia' y la ruptura con el medio familiar: vinieron la astrología y el yoga; después la permacultura en el campo, y más tarde el frustrante, necesario y aleccionador 'período de cenizas' de 9 años de asumir responsabilidades bien concretas en la rueda de la vida (trabajo, pareja, primer hogar). De ese crisol de experiencias vino mi encuentro fecundo con el feng shui, que años después me trajo al actual hogar. De esto también han transcurrido otros 9 años dichosos y creativos, que ahora, al disfrutar de sus frutos, me piden nuevos desafíos.
Estoy incómodo con las relaciones afuera, no porque hayan problemas concretos, sino porque es momento de soledad buscada, de revisar mis raíces autoconstruidas, de preparar el suelo para un nuevo proyecto vital. El señor de los umbrales camina hace un año bajo mi horizonte interno y me reclama abandonar las candilejas del mundo para evaluar las experiencias de los pasados 15 años, y así poder renacer para seguir la travesía, ahora la de la madurez.
Como le ocurre al terreno de nuestro jardín, donde la falta de arcilla, de sol y de espacio, devora con ansia agua y nutrientes, y mantiene en un precario equilibrio la comunidad tan apretada de vegetales, mi potencial comprimido espera renacer para expandirse. Es ahora que olisqueo entre mis costuras para hallar un hilo conductor que de sentido motriz a la marcha de esta época.
En medio de todo esto, el blog navega sabiendo que su propósito inicial ya no está. Se acerca un inminente renacer también para él. Ya no tiene sentido la estructura de sus secciones, ese proyecto que le hizo nacer ya no está. Y la intencionalidad del escribir cambia por momentos.. de ahí en parte amigos la escasez de publicaciones recientes.
Y como diría Espronceda, surge desde mi alma indómita la necesidad de nuevos horizontes, cual pirata fiero al mando de su vergel temido contempla el horizonte radiante de aventuras por llegar:
La luna en el mar riela,
La vida es cíclica, como la luna en los cielos, crecemos y menguamos, en impulsos expansivos a los que suceden bailes internos.. cuando el alma se reconstruye por dentro, apretada en trajes estrechos de desafíos emocionales. Anhelamos la libertad, para suavizar la medicina que trae la sobria meseta de la madurez. En esos momentos viajar ayuda, los sentidos se expanden y la novedad de gentes, comidas y lugares nos canta la posibilidad de nuevos sueños. Namasté!
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