miércoles, 22 de mayo de 2013

Viaje a Budapest (2ª parte)

 
 
  Paseando por la tarde por el parque Liget cerca del balneario Szecheny
 
 
 
      El tercer día de nuestro viaje, aprovechando que era lunes, lo comenzamos para pasear por el barrio de Buda cercano al hotel, contemplando casas curiosas y detalles ornamentales originales. Ver la foto de la llave abajo, junto a un establecimiento donde tomarse algo.
 
 
 
     Después llegamos hasta el monumento en homenaje a un soldado caído turco, que domina una barriada cerca del Danubio y a la que se accede por una callecita bien empinada.
 
 
 


 
 
 
     A continuación, y tras descansar tomando un mini almuerzo con cervecita rica, decidimos pasar el resto de la mañana en el balneario Luckacs, muy cerca del puente Margarita en la orilla de Buda. Esta instalación es más moderna, y además de las piscinas termales interiores, tenía varias piscinas al exterior, la más caliente con circuito de spa. Lo más divertido resultó ser el tramo con corriente, nos divertimos un rato.
 
      Después, cogimos el tranvía hasta la avenida Andrassy, donde encontramos un sitio sencillo para comer pues ya eran las 16.30h. Nos atendieron bien y aprovechamos la pausa antes de dirigirnos a la plaza de los héroes y el parque del lago (Liget Varos).
 
 
 
    La plaza de los héroes está rodeada por monumentos grandes y vistosos, aunque a nosotros nos agradó más un rincón junto a un remanso de una parte del lago. Ahí paramos unos minutos, para luego reemprender el paseo por el parque.
 
 
    Tras una hora de caminar descubriendo el parque principal de Budapest en una tarde de día laborable, con escenas sencillas (gente paseando a sus perros, o montando en bicicleta), regresamos al hotel. A la salida del parque, y antes de coger el metro, pudimos contemplar la escultura de un reloj de sol.
 
 
 
     El martes decidimos hacer una excursión matinal hasta el pueblo de Szecendre, situado a 20 km al norte de Budapest. Tras pertrecharnos con un buen desayuno, cogimos el tren de cercanías de vía estrecha, que casi botaba por los baches, y paseamos un par de horas por este pueblecito, típico, turístico y con rincones atractivos.
  

 
 
 

 
     Además de las iglesias de rigor, de las diferentes confesiones, encontramos un café original donde tomamos un té.
 
 
 
  
 
 
    Encontré un detalle original 'chamánico' o de la tradición de la diosa, que parecía estar protegiendo el hogar, y  también pasamos un momento por un pequeñísimo museo judío.
 
 
 
 
 
     Este día comimos pronto, a las 12:30, y después vimos otra parte del pueblo, y regresamos a Budapest. Pasamos por delante de una construcción tipo Gaudí que se mereció unas cuantas fotos, pues más que una casa al uso se nos antojaba una criatura de la naturaleza.
 
 
 Nos echamos una rica siesta en el hotel, y después nos regalamos cada uno un masaje tailandés muy cerquita, que nos dejó como nuevos.
 
 
     Mientras Esperanza estaba recibiendo su masaje, paseé por el parque que hay frente al hotel (Varos major) y me traje unas hojas de los distintos árboles que había: tilos, robles, arces, avellanos y otras especies que no reconocí..
 
 
 
 
 
 
 
      La última jornada aprovechamos las tres horas disponibles de la mañana para pasear por Buda hasta la colina de San Gerardo (Gellabert). Las escaleras transcurrían por rincones de un parque agreste y natural.
 
 
      Desde su ciudadela hay unas vistas impresionantes de Pest y de la zona meridional de Buda.
 
 
    Al bajar pasamos por delante del balneario de San Gellabert, el más conocido, cuya construcción por fuera es imponente y grandiosa con dos grandes torres con cúpulas ovaladas.
 
 

     Luego atravesamos el puente de Elisabeth para dar un último paseo corto en este barrio, antes de coger las maletas en el hotel y dirigirnos al aeropuerto.
 

 
  
 
    El viaje de vuelta transcurrió sin incidentes, y aproveché  para hacer algunas fotos en el aeropuerto, con las que cerrábamos este viaje entrañable.
     También me regalé en la zona libre una botellita de licor con jengibre y anís, que guardo para compartir en algún momento especial, donde pueda destapar algunas de las esencias de este bonito viaje. Hasta la vista! ó Viszontlátásra.
 
 
 
 
 
 

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