domingo, 23 de marzo de 2014

Plantas entre el asfalto en la ciudad

    
 
 
     El pasado miércoles en Madrid disponía de unas horas libres por la tarde entre dos trabajos. Fui paseando por la zona de Arturo Soria hacia Colombia y pude rescatar imágenes de naturaleza verde que pulsaban la renovación primaveral embutidas en sus trajes de asfalto, y en medio del ruido y la contaminación urbanas.
 
 
    No dejo de sorprenderme de la capacidad que posee el reino vegetal para adaptarse a las duras condiciones artificiales que creamos los humanos en nuestras ciudades. Con todo, es de agradecer lo mucho que árboles y otras plantas nos ofrecen desinteresadamente. No sólo para que podamos respirar mejor, sino para disfrutar de tanta belleza al contemplar sus formas, follajes y magníficas floraciones.
 
 
    Desde que vivo en la naturaleza, a menudo cuando voy a la gran ciudad me quedo sorprendido de que pueda existir todo ese 'maremagnum' de estructuras de acero y cristales, de coches rodando sobre asfalto continuamente y de gente que anda por las calles sin mirarse apenas ni sonreír. Miles de 'gentes verde' respiran silencio y paz entre las personas, tan inundadas de preocupaciones.
 


     A veces bellas imágenes nos obligan a detenernos por unos segundos para agradecer y respirar la belleza de una flor y su canto a la vida. ¡Hermosa y sabia Iris!
 
 
 
    Otras veces las hojas tiernas recién brotadas nos cosquillean con su ternura y sus ganas de crecer y crecer.. parecen saludarnos como diciendo "aquí estoy, que bueno estar viva!"
 
 
    Hay flores que parecen colmenas abundantes, contrastan en su hermoso bullicio con el frio alambre de vallas o los muros separadores que se prodigan en la ciudad.
 
 
     Quién diría que esta bella flor es de la familia de las coles, en su blanco casi glacial, arroja luz en un umbrío rincón bajo un seto junto la acera de una calle cualquiera. ¡Benditos jardineros urbanos, quizá no sepan cuántas alegrías nos dan con su trabajo!
 
    
     En sus formas redondeadas por una hábil mano artesana, los seres verdes suavizan las imágenes tan filosas de edificios y calles. Al contemplarlas nos devuelven más cercana la imagen de nuestra querida Gaia, de opulentas redondeces (..cuando la dejan).
 
 
      Y aunque no la vemos casi nunca, por detrás y por debajo del manto verde primaveral, mora la fértil tierra, hidratada por la generosa agua portadora de tanta vida.. sabia ella, que también se presta a viajar en naves de plástico para saciar nuestra seca garganta.
 
 
   Y en medio de la frialdad y lo gris, ¡de repente el estallido de pureza tan magnífica de un árbol cualquiera!, que canta agradeciéndole a la vida con notas de colorido y de ligereza. Benditas flores hermanas, ellas nos ayudan a cicatrizar -cual bálsamo milagroso- las heridas del alma, para así continuar renovados las tareas en la ajetreada vida urbanita.
 
 

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