domingo, 16 de marzo de 2014

Una escapada al sur para disfrutar del Guadalquivir serrano

   
 
 
 
 
 Panorámica de una montaña  con restos de nieve en el Parque Natural de Cazorla
 
 Llevábamos un tiempo queriendo conocer Cazorla. Esta semana, si bien pensamos en Monfragüe y en el Algarve, al final elegimos visitar Jaén y su afamado parque natural.
 
 
Entrada a la casa rural 'El Capricho del Valle' en Arroyo Frío
 
  
 
 
    Elegimos por internet un alojamiento sencillo que parecía entrañable y de ambiente familiar. Hemos estado contentos con la elección y tanto la instalación como el trato nos han cuidado. Desde aquí un saludo cariñoso a Montse, de la casa rural 'El Capricho del Valle', y también a Paco. El pueblo de Arroyo Frío tiene alrededores bellísimos, ya que está enclavado en pleno corazón de Cazorla.
 
Arroyo Frío desde el mirador en la ctra. a Cazorla
 
      En este post queremos compartir los extraordinarios pasajes del Parque Natural de Cazorla, y en especial del arroyo Borosa, uno de los más caudalosos afluentes en la cabecera del río Guadalquivir.
 
Pequeñas cascadas cerca de la unión del arroyo Borosa con el rio Guadalquivir
 
     El tiempo estuvo algo incierto, cerca estábamos de lamentar no habernos ido para el norte donde brillaba el sol. Descansamos bien del viaje y tras el desayuno, bien aconsejados por Montse salimos animados a recibir los regalos de esta comarca. En la excursión al Borosa nos sonrió y acompañó el sol.
 
Zona de rápidos en el Borosa
 
     Se agradeció que, al ser jueves, apenas había gente en el paseo junto al arroyo Borosa, donde pudimos disfrutar de los tonos casi turquesas de sus aguas, además de sus cascadas y desniveles. La zona con más encanto es un encajonamiento del río, pasando por unas pasarelas de madera muy bien integradas en el paisaje.
 
El camino se embellece con pasarelas formando casi parte de la roca y el paisaje
 

Detalle de una zona más honda donde desemboca un arroyo subsidiario
 
 
     El paisaje se cerraba junto a las orillas del río; al asomarse se sentía el silencio mágico de la naturaleza, y también el misterio. El poderoso arroyo cabalgaba tumultuoso entre un paisaje abundante, que se plegaba en estratos prehistóricos cual contorsionistas cirquenses.
 
 
Pliegues del Terciario aparecen con frecuencia entre el paisaje huella de un pasado lejano
 
     Cuando la excursión empezaba a empinarse decidimos darnos la vuelta, y descansar en la casa rural donde cenamos temprano. También disfrutamos de la bañera con hidromasaje del baño en la habitación, teniendo el recuerdo grato de paisajes salvajes llenos de vida.



     Alrededores del arroyo Borosa en el corazón de Cazorla
     
    Al día siguiente nos acercamos al nacimiento del Guadalquivir y seguimos en coche monte arriba, encontrando paisajes nevados. El hielo en una rodada nos hizo darnos la vuelta sin poder hacer senda circular para bajar hacia Quesada pasando por Hinojares. Después de un día pleno de agua junto al Borosa, hoy se agradecía el silencio en la quietud del paisaje montañoso.
 

Cumbres nevadas más allá del nacimiento del Guadalquivir 
y pinos negros laricios dominando el paisaje
 
 
     Antes de encaminarnos a las alturas nevadas visitamos donde nace el río Guadalquivir, un sitio sencillo en medio de un paraje silvestre más austero que la zona del arroyo Borosa.
 

 

 

Nacimiento del río Guadalquivir, entre peñascos 

 

         Cuando ascendíamos, en una zona de curvas que el paisaje se abría, vimos desde el coche una pareja de ciervas, al parecer madre y cría. Nos dejaron acercarnos hasta una distancia prudencial, para disfrutar de su estampa noble y dulce al tiempo.




     Al día siguiente, cuando el valle y Arroyo Frío empezaba a poblarse de visitantes del fin de semana, nosotros emprendimos el viaje de regreso, guardando sensaciones placenteras, y reconfortados por el parque de Cazorla.
      Al disponer de tiempo, nos salimos de la A-4 en Manzanares, nos dirigimos hacia Montiel, y atravesamos los Montes de Toledo. Una fiesta local de carnavales nos obligó a ir más hacia el oeste, y llega hasta el linde del Parque de cabañeros. Después de cruzar la A-5 a la altura de Torrijos, volvimos a coger carretera local para disfrutar de un bello paisaje durante el crepúsculo, justo cuando nos saludaban los municipios del suroeste de Madrid (Cenicientos y Rozas Puerto real), al llegar a casa.
 

 

 

 


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