Nuestra amada Madre Tierra, durante milenios de milenios fuera del tiempo de los humanos, se fue embarazando de seres maravillosos, todas sagradas. Entre ellos, el reino mineral, que vino de los primeros, nos otorga sanación y belleza, ..y lo hace desde su vibrante silencio. En todas las culturas nativas, usados en ceremonias y rituales, honrados por mujeres y hombres sabios, y en las últimas décadas más masivamente para ayudar en el despertar de la especie humana, la gente mineral, y entre ellos los luminosos cristales, forman parte del amoroso regalo de Gaia para la humanidad. Ellos han sido y son el vehículo de la voz silenciosa de la Madre para ayudarnos a recordar nuestro origen real: unidad con el resto de los seres. Y cada vez que nos acercamos a ellos con respeto, y ralentizamos nuestra mente lo suficiente, siempre nos dan melodías sanadoras. Es cuestión tan sólo de permitir abrazarnos en el dulce silencio de nuestro ser..
Somos niñas y niños bien amados para Gaia, la Tierra en viaje a estrella que siempre desea nuestro mejor bien. Respetando el cumplimiento del libre-albedrío, ella ha tenido que aceptar las equivocaciones humanas, en forma de numerosos ataques a la naturaleza, esa presencia de lo sagrado en todo lugar. Las canteras existen para favorecer la especulación en la construcción, al igual que la explotación con el negocio de los cristales para la nueva era. Esos juegos humanos están ahí, no lo podemos negar. En cada uno de nosotros ha de nacer desde lo profundo del corazón, el sentimiento compasivo que, primero, pida perdón a todos los seres por las consecuencias de nuestros actos que dañan, y después se ofrezca a compartir su sabiduría con el ejemplo de lo vivido en cada día. Aunque nos pueda parecer que el granito de arena que podemos aportar sea poco para invertir la cadena e maltratos.. Gaia sonrie y canta con cada humano que despierta e inicia la vuelta a casa, al vientre materno.