Cuando practicamos sostenibilidad, uno de los principales desafíos que encontramos es cómo conciliamos la necesidad de ganancias a corto plazo con la capacidad de almacenar energía (suelo fértil o reservas de agua por ejemplo) para el futuro. Sin producción más o menos inmediata, cualquier proyecto no es viable, porque necesitamos retroalimentación positiva a nivel de contabilidad económica de números verdes. Y, sin embargo, enfocarnos principalmente en este objetivo, debilita la fortaleza de cualquier diseño ecológico. Este haría bien en inspirarse en la frase nativoamericana de 'actuar en la vida pensando en las siguientes siete generaciones'.
A simple vista, pareciera una pescadilla mordiéndose la cola. Y, que curioso, que el símbolo de la permacultura (diseño ecológico de hábitats sostenibles) presente un huevo de la fertilidad de la tierra abrazado por una serpiente con cabeza y cola unidas. Para mí, representa entre otras cosas, el cerrar el círculo de los numerosos flujos de necesidades y producciones que continuamente la naturaleza hace llegar de donde sobra a donde hace falta. Cuando nosotros tratamos de recrear tal maravilla, comprobamos que hemos de recurrir a un diseño que tenga en cuenta la red de estos flujos dentro de un sistema o finca para poder garantizar esta permanencia de la vida.
En la naturaleza, un ejemplo visible de lo que denominamos almacenaje de energía, son las reservas futuras de maderas (para construcciones o para muebles) que contienen los bosques. En muchos casos, estas especies arbóreas viven sobre suelos no muy fértiles, los cuales no serían adecuados para producir nuestros alimentos. Un manejo inteligente de estas reservas forestales, nos permite acumular un recurso muy valiosos para nuestros nietos y sus sucesores. Además, la durabilidad de una casa o un mueble realizado con un madera de calidad, amortiza el valor del trabajo dedicado a su cultivo durante su crecimiento. Si lo comparamos con nuestros cultivos anuales de hortalizas, que requieren mucho trabajo y recursos materiales en su corta vida, además de la necesidad que muchos suelos presentan de ser mejorados en su fertilidad y equilibrio, nos daremos cuenta del bien tan preciado que constituyen los bosques madereros.
Asimismo, cuando almacenamos el excedente de la paja de nuestros campos de cereal -en vez de venderla por dinero ya- pensando en su posterior uso como acolchado de huertos o usos bioconstructivos, tenemos otro ejemplo de como un disfrute de un sobrante para más adelante puede fortalecer la sostenibilidad del sistema, si podemos prescindir de la ganancia inmediata.
Un cañaveral suficientemente extenso, junto a zonas de marismas o estanques grandes, puede ser utilizado como ganancia inmediata (= producción de cañas para construcciones ligeras) o puede mantenerse 'in situ', contribuyendo a la durabilidad de un hábital muy fértil, del que podemos extraer numerosos beneficios en distintos momentos: purificar aguas grises de la casa, forraje para determinados animales, ayuda a la vida silvestre junto al cañaveral que regule nuestras plagas..
Y así tenemos numerosos ejemplos de cultivos vegetales que benefician a la vida silvestre (como frutos de espino amarillo para los pájaros, o plantas de tagetes para erradicar plagas entre las comestibles del huerto). Puede parecernos que nos restan espacio cultivable para mayor producción de hortalizas; no obstante, están fortaleciendo el conjunto del jardín, y ayudando a que nuestras hortalizas crezcan más sanas, y que, para futuros cultivos, el suelo siga equilibrado, y podamos prescindir de costosos y tóxicos pesticidas usados tan habitualmente.
Si queremos, en verdad, aspirar a un suelo saludable que pueda almacenar suficiente fertilidad en años posteriores de cultivos exigentes en nutrientes, un factor importante es disponer de abundantes lombrices, esas queridas ayudantes que regeneran el suelo a partir de transformar restos orgánicos en fértil humus. ¡Dejémoslas trabajar tranquilas, y seamos agradecidos por su aportración! No las gastes en cebo de pesca (otra ganancia inmediata), mejor haz trueques con amigos que necesites colonias pioneras de lombrices en su terreno, a cambio de algo que tu necesites y no puedas producir. De esa manera te evitaras un pago en dinero, una experiencia re-evolucionaria.
Y cambiando de ejemplos, si nos vamos al reino de los humanos, y tú formas parte de la 'colonia masculina tradicional', alégrate de que las mujeres se regalen tiempo libre suficiente para quedar con amigas y compartir. Puedes pensar que estarás perdiendo productividad en tu huerto o en otras partes. Te sorprenderás, con el tiempo, observando como una comunidad o unos vecinos de fincas independientes se fortalecen y enriquecen en numerosos aspectos cuando las mujeres dejan de pelearse por chismes o envidias malsanas y pasan a tratarse como hermanas y comadres. La mujer sólo compite con su igual cuando ha enfermado por verse presionada por el sistema productivo patriarcal establecido. Todxs salimos beneficiados, y los lazos afectivos de la comunidad y vecindad se estrechan saludablemente.
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