domingo, 14 de abril de 2013

Lograr el milagro de estar atento








'Hay dos formas de fregar los platos. La primera es fregar para tener platos limpios, y la segunda es fregar los platos para fregar los platos'.   Thich Nhat Hanh
 
 
     Hoy en día conocemos numerosas técnicas para practicar la meditación y el arte de aquietar la mente. Hay ejercicios tradicionales como concentrarse en un mantra, o observar como el aire entra y sale por las fosas nasales. Otros enfoques son dinámicos, para que, cansando y soltando el cuerpo, la mente pueda entrar en quietud de forma más fácil. Sería parecido al estado de calma que experimentamos en la montaña, después de una solitaria y esforzada ascensión.
       Con todo, el arte meditativo por excelencia, pasa por llegar a lograr estar atento en todo momento. Prestar atención a lo que hacemos o vivimos en cada momento, sin que el recuerdo pasado o la aspiración del futuro nos saque del ahora. Que podamos experimentar paz y gozo por lo que estamos haciendo en un momento dado, más allá de su utilidad o necesidad de ser hecho.
       La atención consciente tiene que ver mucho con sentir y estar en el cuerpo, con despertar nuestra capacidad de sentir. Tal como hacen los niños que, todavía no han sido condicionados por el efecto antinatural del proceso socializador. Y tiene que ver con vivir la vida con frescura, y poder experimentar novedad en las cosas ordinarias.
 
 
 


          Cuando practicamos el arte de estar atentos en la vida cotidiana, nos comportamos como una criatura salvaje que está 100% presente cuando juega, cuando ama o cuando acecha a su presa. Podemos sentir, incluso en una fotografía, la intensidad que deviene de su plena fusión con el momento presente. En parte por eso, los seres salvajes no acumulan estrés, están siempre en ese equilibrio justo de tensión y relax, según lo que necesiten, y su cuerpo se presta a ese juego sin mente que lo estorbe.
 


 
 
     Nosotros hemos de retomar la práctica de vivir más atentamente la dedicación a cada tarea, a cada instante. Encontrar la mejor postura del cuerpo par movernos o para trabajar, con el menor gasto, y con la musculatura que no trabaja relajada. Tratando de enfocar el pensamiento mental de manera práctica, a lo que requiere el momento. Y observando nuestra cháchara mental que nos quiere sacar del presente, con preocupaciones o deseos ajenos a lo que estamos viviendo.
 
    Así, poco a poco, podremos sentirnos más fluidos y sueltos, al tiempo que más vivos. Y sabemos que, en todo momento, si recurrimos a la respiración consciente, podemos sentir el cuerpo y estar de nuevo en el presente. Por eso, se dice en meditación, que la respiración es la vía o la puerta al conocimiento y al estado de calma y plenitud. Comenta Thich Nhat Hanh en su libro 'Lograr el milagro de estar atento' (pág 71-72):
 
      "Durante la meditación pueden surgir variados pensamientos y sentimientos. Si no practicamos la atención sobre la respiración, estos pensamientos pronto nos apartarán de la atención mental. Pero la respiración no sólo es un medio para ahuyentar tales pensamientos y sentimientos. La respiración es el vehículo que une el cuerpo a la mente y abre las puertas de la sabiduría. Cuando surge un pensamiento o sentimiento, nuestra intención no debe ser ahuyentarlo, pues si continuamos concentrándonos en la respiración, el pensamiento o sentimiento se aleja naturalmente de la mente.
 
 
 
 
 
 

 
 


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