Cuando los días al exterior se hacen más largos, las plantas dejan de crecer para dar lugar al cambio cualitativo del mundo de las flores, alegres y portadoras de futuros frutos y semillas. El mundo coloreado y aromático atrae a multitud de insectos y otros animales para celebrar la danza de la vida. Así es el Fuego, energía pasional que transforma lo que toca, ebrio de su búsqueda de lo divino.
Es una energía amorosa y cordial, que alimentada por la generosidad de la madera, es capaz de realizar las mayores gestas heroicas, los actos más grandiosos. Lo que sucede es, que cuando se desequilibra, atrae el odio y el caos, además del egoísmo más insensato. Junto al Agua, el Fuego es una energía inestable (es el Ian Mayor), precisa de límites definidos y necesita aprender a autorregularse para no quemar la vida en sus estallidos y ‘fuegos de artificio’. Al igual que el adolescente en su alocada huida hacia delante, que ha dejado atrás la infancia pero aún no es adulto, este elemento precisa de guía que le inspire y le modere.
En la decoración, las formas triangulares y piramidales y los diseños con aristas y puntas hablan de la energía fuego. Los animales, con su capacidad de moverse y transformar el medio que habitan, también lo representan. Al igual que los humanos, con su uso acertado o no tanto de la consciencia racional. Colores de la gama de rojos, rosas, naranjas brillantes aportan la intensidad de esta energía, que ha de usarse con mesura, si no queremos hacer que ‘arda’ un ambiente dado, acelerando en exceso el chi vital. Materiales de origen animal (hueso, pluma, piel..) pueden dar cabida a este elemento de manera más moderada que el uso directo del color rojo.
Dentro de las habitaciones del hogar, actualmente es la cocina quien se asocia al fuego (ver anterior artículo sobre esta habitación en sección feng shui ian del blog). Ajetreo y elaboración de los nutritivos alimentos, que transforman mediante la destreza humana y la ayuda de los enseres mecánicos y eléctricos, el chi de los vegetales y animales de la naturaleza. Es el lugar más alegre y vivo, donde cuando hay armonía, las personas acuden atraídas por el calor y el color de este ambiente.
Como podemos obervar en el comportamiento de una hoguera al aire libre, 'lo fuego' tiende siempre a ascender, a expandirse. Y esto requiere espacio e intensidad. Si la situación dada no es propicia para ello, puede 'incendiarse' y quemar en vez de caldear. Hay que tratar de aprender a regularse en lo fogoso, en el ímpetu de la acción, para no ser excesivos y para no lastimar a personas con tempo más tranquilo.
Y, no obstante, necesitamos del riesgo, la aventura y la genialidad artista que hay en esta energía, para acercarnos al mundo de lo 'divino' y maravilloso, y sacudirnos el tedio y la rutina conservadora que puede llegar a anularnos. El desarrollo de una individualidad bien conformada pasa por el aprecio del mundo del Fuego, y esto implica vivir situaciones intensas en la vida, y dejarnos a veces dorar por ella. Así llegamos a contactar con lo genuino en nosotros, con la llama viva de lo creativo palpitando desde el corazón, que clama para que dejemos un legado único tras nuestra existencia.
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