martes, 12 de febrero de 2013

La Técnica Metamórfica para educador@s y mamás/papás: el arte de acompañar


 




     'Para educar y para transmitir valores humanos portadores de evolución, debéis atreveros a desvelar vuestras ideas y vuestras opiniones, atreveros a crear y a crearos. Experimentad la confianza en los demás y dirigid una mirada amplia al mundo y a sus necesidades. (..) Como la ballena, esta gran Madre nos invita a gestar, a dar a luz, a acunar y a amar a los niños y a todas las otras formas de creación terrestres.'
 
Monique Grande 'Feminitud, una exploración de los misterios del ser interior'

      En la Técnica Metamórfica hacemos incapié en cultivar una actitud de desapego hacia la persona que está recibiendo el masaje. Es fundamental recordarnos que la vida sabe en todo momento lo que es mejor para cada individuo. Por lo tanto, durante la sesión de Técnica Metamórfica, estamos atentos a evitar cualquier intención por nuestra parte de curar o de arreglar algo en la vida del otro. Mantenemos una presencia en el momento, observando cualquier sensación o síntoma que nos llegue, y a continuación lo dejamos partir. No establecemos juicios mentales o ideas de conveniencia para 'mejorar' la situación de la persona con la que estamos.
     Este planteamiento puede 'chocar' con nuestras ideas que hasta ahora mantenemos respecto a la ayuda al otro, o una adecuada actitud de servicio. Es tan fácil pretender que nosotros con nuestros conocimientos o experiencia podemos ayudar a que la persona solucione sus problemas, y alivie su dolor, que, a menudo, esto contribuye a dificultar la evolución natural de una situación dada. De nuevo hemos de insistir en la importancia de dar todo el protagonismo a la fuerza vital del receptor, ella sabe lo que ha de hacer o ha de cambiar para ir hacia la evolución. A nosotros tan sólo nos corresponde estar ahí, y acompañar.


 
     Este verbo, 'acompañar', alude al acto de compartir la maravilla de estar vivos, uno al lado del otro, y respetar lo que cada persona necesita experimentar para evolucionar y crecer. Apasionados por cada momento de la existencia, arrojamos fuera cualquier pretensión de querer mejorar el viaje que es la vida de cada persona. Por eso, no queremos cambiar nada, y aceptamos a la persona con sus circunstancias. Desde el sentimiento tranquilo, reconocemos el poder que tienen las fuerzas de la vida para llevarnos a cada uno a vivir lo que necesitamos. Ni creemos ni dejamos de creer en 'milagros' o en la magia. Simplemente, nos encargamos de no poner límite alguno a
la vida tal como ocurre.
    
     Podemos actualmente estar en un rol de padre-madre o de maestra o educador, y gran parte de nuestro tiempo consiste en aprender de los niños que delante nuestro palpitan llenos de vida y movimiento. Nuestra misión consiste en compartir parte de su viaje por la Tierra, y no en llenarles la cabeza con conocimiento o ideas que algunos adultos consideran necesarios. Observamos su vida, y nos deleitamos con su fresca espontaneidad, su juego y su inocencia. Y de vez en cuando, acudimos a balizar su 'pista de juegos' para que sus despegues o aterrizajes sucedan en manera más fluida.

    Les ponemos límites necesarios, desde una firmeza tierna, que todos necesitamos experimentar en el plano de la tercera dimensión, para crecer equilibrados, respetando a los demás y siendo respetados por ellos. Pero esta regulación activa propia de nuestro rol de 'tutores' no significa que influyamos en la misión que han venido a desarrollar. Una misión que se expresará a través de su trabajo y su aportación al mundo. Como educadores, nos limitamos a favorecer las mejores condiciones en su crianza para que puedan expresar y compartir el 'don' que portan. En cualquiera de nosotros, este don nos hace crecer y ser felices.






 


     Asimismo, cuando practicamos masaje metamórfico con nuestro hijo o algun niño, lo hacemos siendo consciente de 'acompañar su viaje' para que él o ella pueda despertar a la realización de su sueño. No perdemos de vista que, parte de este recorrido vital, pasa por experimentar desafíos y ciertas dificultades necesarias. Por ello, aceptamos estas subidas y bajadas y no tratamos de que los niños crezcan entre algodones, en medio de una super protección, que no sólo les debilita, sino que también les distrae de su cometido vital. Igualmente, no pretendemos crear ciudadanos ejemplares al uso, o consumidores  compulsivos de materia y tecnología. Todas estas cosas son accesorios útiles en el viaje por la vida, pero no han de convertirse en lo principal, ni siquiera en aspectos secundarios.
         Si nuestro hijo o alumno recibe gratamente el masaje metamórfico, se divertirá con la experiencia. Si ésta le resulta nutridora, él la reclamará cuando sea el momento. Hemos de ser cuidadosos en darnos cuenta que ofrecer no es lo mismo que 'perseguir' o convencer; y también, que el niño necesitará otras mil cosas para crecer sano, siendo él mismo. Nos desapegamos del valor de 'nuestros estupendos regalos', y tratamos de disfrutar nosotros cada momento. Si nos ven felices y saludables, seremos unos compañeros de viaje no sólo más creibles, sino mucho más apetecibles y divertidos. ¡Practiquemos cada día el arte de acompañar a la vida!
     Para tener más información sobre el arte de educar desde la nueva frecuencia, consultar el siguiente enlace, http://www.youtube.com/watch?v=GPfXSqi4LCY es un maravilloso pozo de conocimiento para profundizar en el acompañar a nuestrxs niñxs en su viaje por la vida.

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