miércoles, 18 de septiembre de 2013

Pema Chödrön: 'Estar completamente presentes, sentir el corazón y dar el salto'

     
 

Ani Pema Chodron
 
     Continuamos en nuestra sección de Meditación con otro inspirador texto de otro maestro singular. En la línea budista, tan práctica y fácil de entender, Pema Chödrön es una mujer norteamericana del linaje del maestro Chögyam Trungpa que nos acerca con sencilleza y calidez desde el corazón propuestas donde abordar la inevitable incertidumbre de la vida. Dejar de escaparnos de esta verdad, y apoyarnos en la práctica de la meditación para permitir que nuestro corazón florezca.
 
Vivir bellamente ... en la incertidumbre y el cambio
 
     Llegar a "vivir bellamente en la incertidumbre y el cambio". Sacado de parte de un capítulo del libro que tiene ese nombre, nos acercamos de manera sencilla y poderosa a la meditación, y en ella encontramos un espacio de serenidad. Aceptamos la realidad tal cuales, aprendiendo a no juzgar personas, circunstancias y los propios sentimientos y pensamientos. Sólo así, empezamos a vivir la vida tal como es, tremendamente bella con sus cambios continuos e infinitos.

    "La práctica de estar aquí mismo, estar completamente presentes, sentir el corazón y darle la bienvenida al siguiente momento con la mente abierta puede hacerse en cualquier momento: al levantarnos por la mañana, antes de una conversación difícil, siempre que surja el miedo o la incomodidad.
     Esta práctica es una forma maravillosa de reivindicar nuestra naturaleza de guerreros espirituales. En otras palabras, es una forma de sacar nuestro coraje, nuestra amabilidad y nuestra fuerza. Siempre que te apetezca puedes hacer una breve pausa y entrar en contacto con cómo te estás sintiendo a nivel físico y mental y después conectar con tu corazón (incluso puedes ponerte la mano sobre el corazón si quieres). Es una forma de extender la calidez y la aceptación a lo que sea que te está ocurriendo en ese momento.
     Puede que te duela la espalda, que tengas mal el estómago, que sientas pánico, rabia, impaciencia, calma, alegría…, lo que sea. Puedes dejar que se quede ahí, justo como está, sin etiquetarlo como algo bueno o malo, sin decirte que deberías o no deberías sentirte así. Al conectar con lo que es, con amor y aceptación, puedes seguir adelante con curiosidad y coraje.
     Yo denomino este tercer paso “dar el salto”. Para realizar esta práctica, la mayoría de nosotros necesitamos un poco de apoyo. No siempre es fácil estar totalmente presentes (o incluso parcialmente presentes), ni impregnar de calidez nuestra propia vida. E incluso es todavía más difícil desprenderse de nuestras formas habituales de ser en el mundo y dar el salto.
     Afortunadamente la meditación nos proporciona el apoyo que necesitamos. Es una práctica para estar presentes, para cultivar nuestro corazón y para soltar ataduras. Igual que ensayamos con el piano para cultivar nuestra habilidad musical o entrenamos en algún deporte para cultivar nuestra capacidad atlética, podemos practicar la meditación para alimentar la capacidad natural de nuestra mente de estar presente, de sentir bondad, de abrirnos más allá de las opiniones y los puntos de vista rígidos.
    La meditación que me enseñaron tiene tres partes principales: la postura, el objeto de la meditación y la forma en que nos relacionamos con los pensamientos. Según vaya avanzando en la explicación de las instrucciones, iré señalando los aspectos que se refieren a estar presentes, sentir el corazón y soltar los prejuicios.
      La instrucción básica empieza con la postura, es decir, la forma en la que el cuerpo nos sirve de apoyo mientras meditamos. Empezaremos estando totalmente presentes en nuestro cuerpo con consciencia de la forma en que estamos sentados, de las piernas, los brazos, el torso. Debemos adoptar una postura erguida y digna pero relajada que nos ayudará a tranquilizarnos internamente y a entrar en contacto con la sensación de confianza y dignidad que hay dentro de nosotros.
      Reivindicamos nuestra naturaleza guerrera, nuestra valentía, nuestra sensación fundamental de que estamos en nuestro pleno derecho. Si el cuerpo está erguido, la mente también lo estará. Los seis puntos de una buena postura que enseñaba Chögyam Trungpa nos ayudarán en este proceso. Esos seis puntos son: el asiento, las piernas, el torso, las manos, los ojos y la boca."
 (continuará en post próximo de esta sección).
 
 

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