Vista del parlamento desde la plaza de la libertad en Pest
Hemos hecho una bonita escapada a Budapest, en un arranque claramente primaveral, y gracias que unos amigos nos econtraron con su agencia on line un viaje muy apañadito (ver travel tu). Aunque las previsiones que consultamos por internet, auguraban días bien nublados y con chubascos, hemos disfrutado de unos días estupendos, con agradable temperatura y sin mojarnos.
Comenzamos el sábado 11 con una visita a la isla Margarita (en pleno río Danubio), que recorrimos durante una hora en bicicleta alquilada. Nos gustó la experiencia y vimos muchos espacios bonitos.
Esperanza sonriente a lomos de su superbici húngara
El lugar tenía parajes hermosos y árboles centenarios, con rincones curiosos como un jardín acuático con nenúfares y unas praderas bien grandes. Después de este recorrido, cruzamos el Danubio por el puente Margarita, y tomamos una cerveza al otro lado, para coger fuerzas e iniciar el pateo por las calles de Pest.
Pradera de césped bajo un gran castaño de indías, que nos regaló un buen momento
Tras bajar por un calle y contemplar por fuera el grandioso edificio del parlamento de Budapest (la zona estaba algo en obras), seguimos hacia la plaza de la libertad -rodeada de vistosos edificios- y luego seguimos hasta la iglesia de San Esteban, cerca de la cual tomamos un almuerzo.
Detalle de la fachada de la iglesia de Szent Isztvan (San Esteban)
Después, callejeamos hacia la Ópera de Budapest, atravesamos la famosa avenida Andrassy, y tras tomar otra cervecita y reponer fuerzas, llegamos a avistar la gran sinagoga, ya en el barrio judío. Es un edificio bien imponente, como era sábado no pudimos visitarlo.
Detalle de la pared posterior del edificio de la gran sinagoga
Por este barrio había detalles curiosos en los edificios y tienda, como dos mesas junto a la puerta de un pequeño establecimiento de restauración.
Y para descansar de las fatigas del primer día, nos dirigimos hacia el balnerio Rudas (uno de los más antiguos de la ciudad que tiene unos cuantos), tras pasar el puente de Elisabeth -por la princesa Sisi). Ya al salir, fue anocheciendo, y encontramos un lugar sencillo donde cenamos temprano y despedimos esta primera jornada, bien satisfactoria.
Fachada del balneario Rudas desde el puente Elisabeth
El puente de las cadenas en el río Duna (Danubio) al anochecer del sábado 11 de mayo
La mañana del domingo 12 la dedicamos a ver la parte izquirda de la ciudad, la antigua y señorial Buda, y callejeamos por la zona del castillo. También encontré una bonita pirita peruana en un recogido mercadillo dentro de una plazuela en medio de las villas señoriales.
Detalle del edificio principal dentro del área del castillo de Buda
Es un área turística en exceso, aún así ofrece vistas de edificios preciosos. Disfrutamos de una audición de música en vivo junto a la balconada de la plaza que da al Duna. Compramos un disco a esta gente amable (banda Gipsy Attila Vadász) para apoyarles, que ahora está sonando mientras escribo este artículo.
Continuamos la jornada retomando el paseo por el barrio de Pest, que este domingo abordamos a través del Puente de las Cadenas, emblema de la ciudad.
Atravesando el puente de las Cadenas el domingo 12 por la mañana
Ya en Pest, y tras tomar un piscolabis en la conocida calle Vaci -peatonal y demasiado turista- nos colamos en una celebración dominical con música en una iglesia ortodoxa, donde el ambiente era alegre y animaba a pasar.
Danza en la celebración dominical de una iglesia ortodoxa junto a la calle Vaci en Pest
Disfrutamos de unos minutos viendo bailar una danza tipo griega, y luego seguimos hasta el Museo magiar de las Artes, que ofrecía un gran mercadillo rodeándolo. Era un auténtico espectáculo, con puestos interactivos, donde se enseñaba y compartía todo tipo de manualidades, artesanía y conocimientos.
Niño practicando en el torno alfarero
Estuvimos más de una hora, y fue una auténtica suerte el descubrirlo. Compramos un jabón de rosa y jazmín en uno de los puestos, y nos tomamos unas patatas bien ricas. También contemplamos el buen hacer de un herrero que, al aire libre, desarrollaba con destreza su oficio realizando varias piezas.
Herrero mostrando su arte al público junto al Museo de artes húngaro
Junto a una agradable plaza de Pest disfrutamos de un café a media tarde, y luego seguimos callejeando por el distrito VIII. Hubo alguna zona que nos desagradó por el ambiente hostil, y tras un rato, decidimos coger el metro por primera vez para acercarnos hasta la zona del hotel. Al ser domingo, había pocos sitios abiertos ya anochecido, y cenamos en un agradable restaurante italiano cerca.
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