Más que cualquier otro rincón de la casa, el dormitorio y en concreto nuestra cama nos conecta con los sentimientos profundos que nos unen al espacio privado. Desde este punto nos sintonizamos con la casa, receptivos y abiertos para sentir que necesitamos incorporar o dejar partir. La información que nos llega es correcta, no está sujeta a prejuicios mentales, y es bueno que la sigamos.
Continuamos tratando el tema de la casa como hogar y cobijo. Por lo primero, la casa ha de transmitir calor y alegría. Un cobijo, por su parte, comunica seguridad y noción de pertenencia. Con tanta globalización actual y uso intensivo de medios audiovisuales, unido al ritmo acelerado del estilo de vida, pocas personas vivencian que su casa sea un cobijo. Alejados del sabio instinto animal, nos alejamos de sentirnos arropados por la casa, y de buscar este arrope.
En este sentido, la realización de fiestas o rituales con significado para la familia ayuda a 'meternos en el espacio', hacerlo nuestro y cultivar una cercana sensación de pertenencia al hogar. En algunas tradiciones del planeta se refiere a 'consagrar el espacio' vinculándose a la tierra y a las deidades domésticas o locales. Esto es especialmente indicado tras una mudanza o una reforma en la casa, o cuando ha pasado un hito significativo en la historia de esa familia: muerte de un ser querido, robo, separación, nacimiento, boda, etc.
Finalizamos este bloque con una ronda de compartir del grupo, en la que tomamos el pulso al aprendizaje del día. Y luego, visionamos las fotos inspiradoras de una secuencia titulada: "Hagamos que florezcan los sueños".
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