Todo viaje tiene su parada, y nosotros con este post llegamos al final de la experiencia del taller de feng shui vivencial de fin de semana. Lo que nos resta es continuar con nuestro aprendizaje diario, seguir caminando con los cambios continuos que la vida nos trae; y crecer con ellos, a ser posible despiertos y gozosos. Por eso afirmamos que la vida es arte, un viaje que ha de ser aprovechado y sobre todo vivido, sentido.
Bien sabemos por la experiencia del taller que impartimos que aprender feng shui es conocer mejor la vida y sus flujos de primera mano. Necesariamente las experiencias nos ocurren en los espacios, de ahí que estando despiertos en ellos podamos abrazar las oportunidades de abundancia, creatividad y plenitud que ellos encierran. La certeza de la conexión entre todos los seres es un buen pasaporte para lograr confort y salud en el hogar, el trabajo y otros sitios que frecuentemos.
Cuando la persona profundiza en feng shui para conscienciar su relación con los lugares, sin duda empieza a cultivar una consciencia planetaria. Una vivencia de la Tierra como Gaia, como espacio de todas las gentes, humanas, minerales, vegetales y animales en armonía. Porque realmente somos uno con y en la Madre Tierra, cada instante puede llevarnos experimentar sabiduría y felicidad en cualquier paisaje, en cualquier rincón de este bendito planeta. Sólo se nos pide -respetando el libre albedrío del universo para aprender- que podamos cada día caminar con belleza en medio de la incertidumbre y el cambio.
Por eso, cerramos nuestro taller recordándonos mutuamente que el enfoque feng shui comparte el aprecio por la vida, y el entendimiento de esta como una hermosa danza eterna entre el yin sensual y silencioso, y el yang firme y expansivo. Como diría Osho, vivir con una espada y una rosa dentro de cada mano a ser usadas según reclamen nuestras circunstancias.
Compartimos en una rueda como ha ido la experiencia del taller, y dedicamos un par de horas a aplicar parte de lo tratado en el estudio práctico de los planos de casa que han traído algunos participantes. Este momento siempre resulta intenso, ameno y ayuda a aterrizar el material presentado durante casi dos días. Las personas salen con una mayor certeza de como seguir su camino, de la manera más fluida para subirse al toro de los cambios que todos tenemos delante en nuestro viaje.
Y se marchan claros con las oportunidades que cada día nuestra casa nos regala para comprender su propia vida en libertad responsable y gozosa. Para mí queda la satisfacción de hermosos momentos vividos en camaradería familiar, y del trabajo bien hecho.
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