martes, 1 de enero de 2013

Reiki: De regreso al Corazón


    Hace unos 25 años, comenzó a conocerse ampliamente una terapia o técnica sanadora, oriunda de Japón, llamada Reiki, que significa energía universal. Su práctica es sencilla, parecida a otras sanaciones con imposición de manos. Sólo que en Reiki se insiste en practicar con la certeza de ser un canal, ya que la misma energía sanadora que llega hasta el paciente, también sana al que da, pues éste no está utilizando su energía vital individual.
     Las personas que reciben, después de una sesión suelen comentar que se relajan mucho, se encuentran en paz. Mi recuerdo de mis primeras sesiones recibidas hace ya tiempo era que al recibir me conectaba con mi ser más profundo, como si se tratara de una experiencia de comunión íntima, muy acogedora. Con Reiki al igual que con muchas de las llamadas terapias vibracionales de la medicina holística, que no son invasivas ni agresivas bioquímicamente, uno suele sentir que la mente se para o, al menos, se ralentiza. Cuando esto sucede, se abre la puerta a que podamos experimentar una percepción de nosotros mismos más auténtica; el cuerpo se siente cuidado y escuchado, y el corazón se hace presente.. aunque realmente siempre ha estado ahí.



     La práctica de este arte sagrado de curación nos ofrece la posibilidad de darnos al otro, practicando así la solidaridad mediante tan hermoso regalo de salud. Esto contribuye a que podamos desarrollar una conciencia de unidad, tratando a una persona ajena a nuestro círculo habitual con dedicación plena durante un rato, dándole nuestro apoyo a través de todo el amor incondicional que la persona recibe con la energía reiki.
     Tan importante es que, podamos dejar a un lado nuestra mente ego separadora, que es la que está ahi poniendo condiciones, y la práctica de reiki nos da a nosotros esta oportunidad bien valiosa. Ofrecemos nuestro tiempo, nuestra presencia, y al poner las manos, pedimos a lo más sagrado de la vida que pueda ayudar al buen camino de la persona. Siempre respetando el libre albedrío, ley básica en esta parte del universo, reconociendo nosotros mismos la necesidad que las personas tenemos de experimentar determinados aprendizajes con la salud o las relaciones, por muy incómodos o dolorosos que nos parezcan.
    Nosotros nos recogemos y al tiempo nos ofrecemos también a esa energía universal, para que obre a través de nuestro 'vehículo', tratamos así de practicar el desapego desde una actitud de verdadera humildad. Esta consiste en reconocer que le dejamos a la vida que obre, pues ella es quien sabe lo que se puede cambiar, lo que se ha de transformar en cada situación, en cada persona, para el mejor bien de todos los implicados. Sólo tratamos de aprender a conectarnos con esta conciencia colectiva de unidad y de aprecio hacia la vida, y el resto se lo dejamos a la madre-padre dios.


     Esta práctica de equilibrio entre aceptar lo que depende de fuerzas cósmicas ajenas a nuestra voluntad, y lo que sí nos corresponde asumir como parte de nuestras acciones diarias de bondad, cooperación y altruismo, es todo un arte que siempre continua. Para ello, un elemento clave es el autocuidado. Cada ser humano, en su evolución, se da cuenta de que es importante que uno aprenda a cuidarse a sí mismo, en especial en lo que se refiere a la comprensión y el respeto de los principios universales. Pues es su desconocimiento y su no práctica el que nos conduce a la desarmonía, la enfermedad y los conflictos relacionales.
     En esto, la práctica de darse reiki a uno mismo con regularidad ayuda y fortalece. Al igual, que hemos de comer sano, dormir adecuadamente, ejercitarnos y tener una actitud mental positiva, hemos de encontrar prácticas sencillas que, como el reiki o la meditación, nos brindan la posibilidad de alimentar la conexión con nuestro espíritu, de manera que cada día nos vayamos instalando activamente en la Presencia del ser.


        La toma de decisiones que conduce a cada persona a llegar a formar parte de lo que se ha llegado a denominar los trabajadores de la luz, es tan libre como sencilla o compleja. Los hitos en la vida, los agradables y los dolorosos, que nos van conduciendo para que podamos elegir si queremos contribuir con el miedo de la separación o el amor en la unicidad, forman parte del viaje humano en esta sagrada Tierra. La mayoria de nosotros nos vemos abocados a darnos coscorrones de diferente intensidad y duración, hasta que la mente se afloja lo suficiente, y acepta reconocer que el Corazón está al mando, que siempre ha sido así.
     Instalarnos en la vivencia del momento presente, y soltar el dolor de tener que juzgar a otras personas o sus comportamientos, es la decisión que forja un corazón fresco y valeroso. Cuando sentimos que es tanto lo que la madre tierra, el padre cielo e infinitos seres de luz están haciendo por la humanidad, no podemos más que reconocernos como seres bendecidos. Así empezamos a instalarnos en una actitud desapegada, al tiempo que tremendamente compasiva por y hacia los demás. Lo que sigue, es que sale natural el cuidarnos, y cuidar a otros, siempre que, en su ejercicio de libre albedrío, acepten recibir este cuidado. No les reprochamos ni encadenamos mentalmente porque no pueden o porque eligen vivir otras experiencias distintas, en su caminar. Honramos su camino, y les deseamos la mayor luz y belleza en su viaje por la vida, confiando que en el momento adecuado, les llegue la persona y experiencia que necesitan en su despertar.



     Nosotros, como dice el reiki, nos ocupamos de este día, tratamos de que la ira y el juicio no nos atrapen, bendecimos los momentos bellos y los sencillos regalos que llegan cada día. Honramos a nuestros ancestros, agradeciéndoles los muchos dones que nos han legado. Y estamos atentos a poder aprovechar las oportunidades que cada jornada trae de ofrecer nuestra persona para que otros se apoyen durante unos instantes en nuestro bastón, y esto les sirva para conectarse con su corazón y con la vida.
     También respetamos y honramos nuestro propio proceso, aunque a veces nos parezca lento, o que se repiten lecciones aparentemente ya superadas. Una y otra vez, hacemos el gozoso esfuerzo de repetir aquello que sentimos apoya el florecimiento de la vida, cuidamos de las pequeñas cosas que el ser humano necesita para ser feliz y volvemos a agradecer el estar aquí, y todas las experiencias tan hermosas que ocurren,.. si sólo somos capaces de estar presentes para recibirlas. ¡Feliz Año Nuevo! UN SOLO CORAZÓN.



Más información, consultar a nuestra maestra de reiki, en su página www.maríacicuendezluna.com

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