viernes, 8 de marzo de 2013

Cuando me siento a meditar me siento para reconocerme

 

 
Cuando me siento, hago dos cosas: me paro para estar conmigo,
 y emprendo un viaje interior para bucear entre mis costuras.
 
 
     ¿Qué puedo hacer para ser feliz? ..deja de buscarlo, aflójate y abandónate al silencio y paz que ya eres. En el aquietamiento se abre la puerta hacia lo que es. Sólo la dedicación completa de corazón al momento presente nos devuelve al oceáno de la vida, ..y ahí sólo existe gozo y dicha eternas.
     Nos sentamos cada día para parar, relajar la mente y saludar al ser en nosotros. Ponemos atención en el movimiento de cada respiración, y ponemos atención en la marea de pensamientos, sensaciones y sentimientos que aparecen.. y desaparecen.
     El acto de cuidado al dedicarnos estos ratos es valioso en sí mismo. Honramos la parte de la vida que es aquietamiento, y al hacerlo, nos adentramos en un viaje lleno de sorpresas y regalos. Días lluviosos como éstos, donde el sol se ha ido lejos, propician el encuentro interior. El fuego de la chimenea se convierte así en un fiel compañero de este viaje, y el aroma entrañable, suave del palosanto, nos invita a abrazar el misterio que somos.
 
 

     Cuenta Thich Nhat Hanh en su libro 'Lograr el misterio de estar atento':    Alguien podría preguntarse: ¿Es la relajación la única meta de la meditación?   De hecho, la meta de la meditación va más allá de todo eso. Aunque la relajación es el necesario punto de partida, una vez que se ha efectuado la relajación, ya es posible realizar un corazón tranquilo y una mente clara. Realizar esto es haber ido lejos en el sendero de la meditación. (70)
     Y un poco más adelante, añade: Si quieres conocer tu propia mente, sólo hay un camino: observar y reconocer todo lo que se relaiona con ella. Esto debe hacerse en todo momento, no sólo durante la hora de meditación sino también en la vida diaria. (71)
 
     El gran valor de la práctica meditativa es que nos impulsa, cual trampolín, a estar más atentos en todo lo que nos ocurre a lo largo del día. La atención sin tensión, que gradualmente ha de ir despojándose de juicios y valoraciones, hasta llegar a estar ahí, simplemente presente. Cual mirada inocente e intensa del niño, todavía sin domesticar, que vive aún instalado en su estado de budeidad, estando despierto.
 

 
      Nosotros, con cada día de práctica, vamos cultivando el campo de la psique, y algún día amaneceremos siendo lo cultivado, espiga de cereal dorándose al sol para servir de alimento. Sólo habitando nuestro cuerpo con gozo y conciencia, para que el agua fluya hasta inundar de luz toda la persona. Ya no hay lucha, ni opuestos, sólo lo que es.
 
    

 
Si tu eres amigo del amor, el fuego es tu agua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario